miércoles, 5 de septiembre de 2007

Un simple...capítulo 4

Capítulo 4: Confianza
Victoria se encontraba inerte, con los ojos cerrados, aparentemente inconsciente. La sangre le subía al rostro de nuevo, muy lentamente. Su respiración era completamente imperceptible.
- N...No...No es posible. – dijo Jack aterrado. - ¿La hemos matado? ¡Victoria por favor, despierta! No te mueras...
Apoyó la cabeza en el pecho de la joven y las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas.
- ¿Qué he hecho, qué he hecho? – gimió con la voz rota.
Entonces los oyó. Unos golpes muy tenues pero continuos y regulares. Eran sin duda los latidos de su corazón.
- Está...viva. ¡Está viva! – gritó Jack, inmensamente aliviado.
- Creo que está en coma – dijo Kirtash muy serio aunque también aliviado.
- Deberíamos hacer que la vea un médico, ¿no? – dijo Jack todavía saliendo del shock.
- Si fuera una humana normal, sí – dijo Kirtash sonriendo. – Se me ocurre alguien mejor. Un auténtico experto en unicornios.
Jack sonrió también. Shail era, sin duda, el que mejor podría ayudar a Victoria. Pero se encontraba en Nurgon con los demás.
- ¿Cambio de planes? – pregunto Jack.
- Nos vamos a Nurgon – confirmó Kirtash.
El viaje hasta Nurgon iba a ser largo pero ambos prefirieron ir a pie. Cualquiera de los dos llamaría la atención de los sheks si se transformaba.
Habían decidido que cargarían con Victoria por turnos. Era una medida un tanto drástica pero no había tiempo para nada mejor.
Caminaban a buen ritmo pero con descansos más frecuentes que antes.
- Aún la quieres, ¿verdad? – dijo Kirtash.
- Igual que cuando sólo éramos amigos – respondió Jack, un tanto sorprendido por la pregunta.
- Te preocupaste por ella. – se justificó. – Me alegro de que sigas sintiendo algo por ella. No quisiera que la perdieras por mi culpa.
- Una cosa es lo que piense yo y otra lo que piense ella. Me da miedo perderla también como amiga. – dijo Jack entristecido.
- Pues sí que te doy problemas.
- Consigues que merezca la pena aguantarlos.
- Supongo que querrás mantenerlo en secreto, ¿no?
- ¿Por?
Kirtash suspiró. – No creo que a tus amigos les guste que tengamos tanta confianza. Acabarías convirtiéndote en un traidor... como yo.
- Aunque puede que haya alguien que nos de problemas. – dijo ceñudo.
- ¿Quién?
- Celestes – se limitó a responder.
Era cierto. Los celestes podían ver los sentimientos que se profesaban las personas. Jack pensó en Zaisei y en el padre Ha-Din. Sabía que no tenían por costumbre declarar todo lo que veían pero aquella relación, sin duda, era algo que no pasarían por alto.
Jack frunció los labios con preocupación. No le molestaba que la gente descubriera que se había enamorado de un chico, detalle que desde el principio le pareció insignificante. Pero sentía pavor al imaginar a sus amigos, especialmente Alexander, si descubrían que se había “aliado con el enemigo”. Le despreciarían, le odiarían, creyendo que les había traicionado.
Kirtash, respondiendo a sus pensamientos, dijo:
- Confía en mí. Procuraré que no se den cuenta. Lo último que quiero ahora es ponerte en peligro.
Jack resopló, hastiado.
- Sabes que odio que me leas la mente.
- No lo necesito. Tu cara ya me dice todo. Además, ciertas cosas, prefiero que me las digas tú.
Jack se sonrojó casi al instante. Aquellos días a solas les ayudaban a ganar confianza, pero sólo el recuerdo de aquel primer beso compartido, le aceleraba el corazón.
Decidió retomar el hilo de la conversación.
- Ya sé que puedes estar en un sitio varios días sin que se te vea el pelo. Pero no puedo dejar de pensarlo.
- ¿No te arriesgarías por mí? – preguntó Kirtash ligeramente burlón.
- Si hubiera una mínima posibilidad de sobrevivir después, sí. – respondió Jack en el mismo tono.
- Entonces lo tomaré como un no.
- Intenta comprenderme, no todos podemos estar a gusto sin amigos a nuestro lado. Especialmente si tenemos un novio que necesita irse durante semanas solo al fin del mundo para recuperar su esencia de shek.
Kirtash sonrió para sí, grabando la frase en su memoria. Era la primera vez que se refería a él como “su novio”. Un detalle humano bastante agradable.
Kirtash no sabría decir por qué habían cambiado sus sentimientos y no había día que no intentara buscar una razón lógica para ese cambio. Aún no lo había conseguido.
Lo único que sabía con certeza, era que la enorme calidez que emanaba de Jack, aquel fuego interior tan propio de su raza, había logrado derretir el hielo que envolvía su corazón. No se trataba sólo de un sentimiento humano paralelo al odio instintivo sino que éste se canalizaba de forma distinta. Sus sentimientos humanos habían cesado de atormentar su alma de shek... al enamorarse de un dragón. Parecía imposible y, sin embargo, cada día estaba más seguro de su decisión.
Los días pasaban de forma similar. Solían mantener conversaciones semejantes cada vez más frecuentemente, vigilaban a menudo el estado de Victoria que continuaba estable e intercambiaban muestras de cariño, aunque al principio fueron bastante sutiles.
Por las noches solían dormir muy cerca el uno del otro. Aunque al acostarse les separara una cierta distancia, siempre despertaban casi pegados, incluso abrazados. Se atraían inconscientemente como polos opuestos de un imán.
La primera noche Jack se había pegado un susto de muerte cuando, al despertar, vio el rostro de su compañero a escasos centímetros del suyo.
- ¡Pero qué haces!
Kirtash se despertó también, un poco sobresaltado.
- Dormir – respondió tranquilamente.
- ¿Y tienes que hacerlo así?
El shek sonrió, rodeó la cintura de Jack con un brazo y le atrajo hacia sí.
- Tengo frío – se quejó.
- Nunca te ha importado. – dijo Jack intentando zafarse.
- Por tu culpa, ahora sí. – respondió el otro sin aflojar su presa.
Jack se rindió y dejó de forcejear.
- Eres increíble. – murmuró, todavía molesto.
- Ya lo sé – dijo Kirtash riéndose por lo bajo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Son tan monos *.*

María dijo...

Tan... Bonito *w*