miércoles, 5 de septiembre de 2007

Un simple...capítulo 12

Capítulo 12: Problemas
- ¡¿Que habéis hecho qué?! – gritó Jack completamente fuera de sí.
Era bien entrada la madrugada cuando habían ido a avisarle.
Alexander, junto con las personas más “radicales” que vivían en la fortaleza habían decidido eliminar a Kirtash de una vez por todas. Habían logrado envenenarle con una ponzoña que le haría sufrir una lenta agonía. Según ellos era el castigo perfecto para alguien como él. Por supuesto Victoria no sabía nada. Aprovechaban el momento en el que suponían que los sentimientos de la chica estaban más débiles que nunca.
Claramente esperaban de Jack una reacción muy distinta de la que estaba demostrando. Pero en aquel momento el dragón era incapaz de mostrar indiferencia. La preocupación y la rabia crispaban su rostro cuando Alexander terminó de contárselo. No le importaba lo que pudieran pensar de su actitud. Su preocupación era únicamente la vida que se le escapaba a su compañero con cada minuto que pasaba encerrado en algún lugar de aquel castillo. No sabía cuanto tiempo le quedaba pero no estaba dispuesto a perder ni un segundo más.
- ¿Dónde está? – dijo Jack en tono calmado pero con una voz nada tranquilizadora. El fuego del dragón se reflejaba en sus ojos verdes haciéndole aún más amenazador.
- ¿Para qué demonios quieres saberlo? – respondió Alexander sorprendido por su reacción. – Será mejor para ti que desaparezca cuanto antes. Está haciendo que te comportes de una manera muy extraña.
- ¡¡He dicho que dónde está!! – rugió Jack de pronto. Aquello no tenía tanto de grito humano como del rugido de un dragón. Probablemente si no estuviera hablando con su mejor amigo le habría reducido a cenizas hacía ya tiempo.
Tal vez fuera por la autoridad que impregnaba esa frase pero el caso es que Alexander se lo dijo.
Jack se dirigió a las mazmorras sin mediar palabra todo lo rápido que le permitían las piernas. Nadie se atrevía a detenerlo. El profundo respeto por los dragones estaba muy arraigado en aquella gente y en aquel momento Jack tenía más de dragón que de humano.
No le costó encontrar la celda donde retenían al shek ya que era la única que estaba vigilada por casi todos los magos que vivían allí. Menos Shail. Alexander no se lo había dicho porque se habría opuesto firmemente al plan y tenía el poder suficiente como para evitar que lo llevaran a cabo.
Los magos se mostraron más reacios a permitirle el paso pero Jack simplemente siguió adelante. Nada podía impedir en ese momento que lograra su objetivo ni la magia ni los medios humanos.
La fuerza que guiaba sus actos era mucho más poderosa. Era la alianza forjada entre dos criaturas con el poder de semidioses.
Entró como una tromba en la celda y cerró tras de sí con un portazo que hizo temblar las paredes.
Kirtash estaba sobre el suelo hecho un ovillo con el rostro contraído en una mueca de dolor. Sin embargo ni una sola queja salía de sus labios. No estaba dispuesto a darles esa satisfacción. Tenía la vista desenfocada pero supo que Jack estaba a su lado. Podía sentirle arrodillado a su lado aunque no podía ver la preocupación reflejada en su rostro.
Jack puso las manos sobre su pecho, por debajo de su camisa, para estar en contacto con su piel. Sentía que tenía el poder suficiente para eliminar el veneno de su cuerpo pero sabía que debía tener mucho cuidado ya que parte de su calor interno también se canalizaba a través de sus manos.
Con mucho esfuerzo y paciencia consiguió salvarle a duras penas, a costa de quedarse exhausto y dejarle la piel ligeramente quemada.
- Gracias – susurró Kirtash, también agotado pero fuera de peligro.
La fuerza desesperada que había mantenido a Jack hasta ese momento se derrumbó tal vez por la tensión que había tenido que soportar o quizá por el alivio y la felicidad que sentía. Comenzó a llorar con lágrimas silenciosas y constantes.
Kirtash le abrazó suavemente y Jack se apoyó sobre su hombro, agradecido.
- Si no hubiera llegado a tiempo...tú... – se le quebró la voz. Era incapaz de asimilar que había estado a punto de perderle para siempre.
Correspondió a su abrazo con fuerza. Quería sentirle lo más cerca posible.
Kirtash soltó un débil gemido de dolor. Jack se separó de él extrañado.
- ¿Qué te pasa?
- No es nada – respondió Kirtash restándole importancia.
- ¿No he eliminado el veneno? – dijo Jack asustándose de nuevo.
- No es eso. – replicó el shek torciendo el gesto. – Hay gente que no se ha conformado con envenenarme.
- ¿Qué...qué te han hecho?
Kirtash suspiró. Se quitó la camisa con desgana.
Tenía todo el torso cubierto de moretones. Decenas de signos que evidenciaban la paliza que había recibido.
Jack se quedó boquiabierto sin poder creer lo que estaba viendo con sus propios ojos.
- Demasiado cobardes para enfrentarse a mí sólo cuando estaba indefenso. Y lo bastante furiosos como para ensañarse. De hecho creo que me han roto un par de costillas.
- ¿Quién? – preguntó Jack en tono desafiante.
- No voy a permitir que vayas a buscar venganza. Sólo te causaría problemas.
- ¡No pienso quedarme indiferente como si no hubiera pasado nada! En cuanto tengan otra mínima oportunidad lo volverán a intentar. Y se asegurarán de que no pueda ayudarte.
- Lo sé. No puedo seguir tentando a la suerte. Por eso lo mejor será que me vaya.
- ¿Adónde? No tienes muchos amigos fuera de aquí.
- Dentro tampoco. – replicó el shek, sarcástico. – No estaba pensando en Idhún.
- ¿Vas a ir a la Tierra? – aventuró Jack.
Kirtash asintió.
- No me hace ninguna gracia dejarte aquí solo, pero no tengo otra opción.
- No van a estar muy contentos conmigo si descubren que te he dejado escapar.
- Diles que conseguí escaparme solo.
- No se lo creerán.
- ¿Por qué no, si es verdad?
Kirtash tomó el rostro de Jack entre sus manos obligándole a mirarle a los ojos. Jack sintió como perdía la consciencia pero la mirada del shek le atraía como un imán. Sólo logró escuchar unas últimas palabras antes de desmayarse.
- Volveré pronto Jack. Te lo prometo.

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