Capítulo 3: Reflexiones
Jack volvió a la realidad poco después de aquella declaración. Los pensamientos se le agolpaban en la mente mientras intentaba articular una frase coherente.
- ¡¿A qué te crees que estás jugando?! – soltó Jack hecho un basilisco. Estaba rojo como la grana. – No puedes hablar en serio. Nos odiamos y tú lo sabes.
- Si de verdad pensaras así, me habrías rechazado mucho antes. Piénsalo, Jack. Esperaré lo que haga falta. – respondió con voz neutra.
- No te hagas ilusiones, serpiente. – masculló Jack y se marchó lo más lejos posible de aquel maldito shek y de todos los sentimientos confusos que despertaba en su interior.
Kirtash permanecía tranquilo. En su rostro se dibujó una media sonrisa.
Jack despertó a la mañana siguiente con un humor de perros. Confiaba en que lo que había ocurrido la noche anterior fuera una pesadilla. Pero aún sentía la huella de aquel beso en los labios, quemándole como un fuego helado. Kirtash tenía razón: si de verdad hubiera querido rechazarle no le hubiese permitido llegar tan lejos.
Y estaba aquella extraña sensación, tan poderosa como su odio pero mucho más agradable. No podía ignorarla. Sacudió la cabeza. Seguro que había sido por la sorpresa, por la novedad. No tenía por qué significar algo más. Por todos los dioses, ¡era su enemigo! Aquel con quien, hasta hace dos días competía por Victoria.
Victoria. La buscó con la mirada, y la encontró desayunando cerca de allí. Sonrió y fue a reunirse con ella. Siempre le hacía sentir mejor.
- Buenos días – le dijo la chica con una sonrisa. – Tienes mala cara. ¿Has dormido bien?
“Oh, sí, estupendamente. Tu ex-novio se me declaró, me plantó un beso, y pasé el resto de la noche con bonitas pesadillas en las que gente furiosa quería matarme por deshonrar a los dragones.”
- Sí, bastante – respondió sentándose junto a ella.
- Oh, venga, anímate – dijo ella divertida. Se inclinó sobre él para besarle.
Jack le correspondió de buena gana. Necesitaba sentir que todo era como siempre entre ellos dos, que nada había cambiado.
Jack notaba aquella sensación tan conocida y tan agradable. Sabía que era igual que siempre. Entonces, ¿Por qué no le llenaba como antes? Ni siquiera ese dulce beso, lleno de amor, podía hacerle olvidar aquel nuevo sentimiento que había sustituido al odio que corría por sus venas. Era una sensación de libertad, de no ser esclavo de su instinto. Y por mucho que quisiera negarlo, se la había ofrecido un shek. Le había gustado, era cierto, y por extraño que fuera...deseaba repetirlo.
Se apartó de Victoria, con cierta brusquedad. Había notado una fresca presencia cerca de ellos.
Kirtash no hizo ningún comentario. Jack no se extrañó.
El joven ya le había dicho todo lo que le tenía que decir. Ahora se limitaba a esperar su respuesta.
Jack notó que su corazón se aceleraba como siempre que el shek se encontraba cerca. Pero en su fuero interno sabía que no era el odio lo que lo provocaba.
Jack desvió la mirada del shek y vio que el rostro de Victoria se había ensombrecido al notar su presencia. Le dirigió a Kirtash una nueva mirada, esta vez interrogante.
- He hablado con ella. – se limitó a contestarle. Su mirada escrutaba el rostro de Jack buscando su reacción.
Jack no daba crédito a sus oídos. Kirtash había puesto sus cartas sobre la mesa. ¿Tan seguro estaba de que le correspondería? ¿O simplemente le estaba diciendo que aquello iba en serio, que no era un juego? Fuera como fuese se había arriesgado aun sabiendo que cabía la posibilidad del rechazo.
Jack estuvo varios días dándole vueltas al tema. Victoria buscaba consuelo en él, lo que no era de mucha ayuda. Se había dado cuenta de que seguía sintiendo afecto por ella, aquella amistad que mantenían al principio. Sólo eso. Sus besos se habían vuelto más fríos y más breves que antaño y sabía que a Victoria le preocupaba pero no podía hacer nada. No tenía valor suficiente para declararle la decisión que su corazón ya había tomado hacía tiempo. Además, primero tenía que confesárselo a quien más le incumbía. Kirtash. Y tenía miedo. Mucho miedo. Miedo al cambio, al riesgo que supondría enamorarse de él y a las consecuencias de esa alianza.
Pero le necesitaba. Con más intensidad según iban pasando los días. Y fue ese sentimiento el que acabó ganando su batalla interna. Estaba decidido.
Aquella misma noche esperó a que Victoria se durmiera. Esperaba poder decírselo cuando llegara el momento.
Mientras buscaba a Kirtash por los alrededores del campamento sentía los nervios a flor de piel. Temblaba como un flan y no precisamente de frío.
Cuando le encontró, en la linde del bosque sentado bajo un árbol, su corazón comenzó a palpitar con fuerza. Intentó mantenerse sereno cuando se sentó junto a él. El shek no dijo nada pero le miró interrogante.
- He tomado una decisión – susurró Jack casi imperceptiblemente.
- ¿Y? – preguntó Kirtash en el mismo tono.
Jack sonrió con nerviosismo.
- Déjame usar el comodín. – dijo y le besó con torpeza en los labios.
Era un beso torpe e inseguro pero muy dulce. Kirtash lo disfrutó unos momentos, antes de corresponderle con más intensidad que la vez anterior, buscando el único fuego que no temía, y que le llenaba de una agradable calidez. Le puso una mano en la nuca y le empujó suavemente para acercarle más.
A Jack le intimidó al principio, pero entonces volvió a surgir aquel sentimiento en su corazón y se entregó con pasión al beso empujado por aquella sensación de libertad y bienestar.
Kirtash estaba acorralado, apoyado en el tronco del árbol, entrelazando su lengua con la de Jack mientras iba perdiendo el control poco a poco. Empujó suavemente al dragón tumbándole sobre la hierba sin ninguna resistencia por su parte.
Jack sentía escalofríos que le recorrían el cuerpo como pequeñas corrientes eléctricas. Rodeó el cuello del shek con los brazos intentando alargar el momento todo lo posible.
Jack se separó un instante. Miró al shek a los ojos con una mirada teñida de afecto y le susurró:
- Por si no queda claro quería decirte...que te quiero Kirtash. Incluso como serpiente.
- ¿Para eso lo interrumpes? – respondió el otro con una sonrisa.
- Oh, perdona deja que te compense – Dijo Jack entre risas. Sus bocas se fundieron de nuevo en un beso.
- Jack... – dijo una voz muy familiar para ambos.
Victoria estaba de pie con sus ojos castaños abiertos como platos y su rostro blanco como la cal. De pronto se llevó las manos a la cabeza y se desplomó suavemente sobre la hierba.
Los dos se levantaron corriendo hacia ella. Jack trataba de despertarla mientras Kirtash le tomaba la muñeca.
- Jack... – dijo Kirtash en un susurro. – No le noto el pulso.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
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