Capítulo 7: Sombras del Pasado
Kirtash se despertó temprano, oyendo los tenues ruidos que evidenciaban el inicio de la actividad en la fortaleza. Gracias a su sueño ligero no temía que nadie le pillara desprevenido ni en una situación comprometida. Como en ese momento.
Se volvió hacia Jack que seguía sumido en un profundo sueño. Le despertó con un suave beso en los labios. Jack abrió los ojos con pereza, adormilado.
- Será mejor que te espabiles. Pronto vendrán a por ti. – dijo Kirtash en voz baja.
Con un gruñido por toda respuesta, Jack le dio la espalda dispuesto a seguir durmiendo. Y de un empujón acabó tirado en el suelo.
- ¿Qué haces? – dijo Jack ya completamente despejado.
- Despertarte – dijo el shek con una sonrisa. – Por las buenas o por las malas.
Jack resopló. Tendría que enfrentarse a multitud de preguntas sin levantar ninguna sospecha. E intentar mantener sus sentimientos a raya para que los celestes no descubrieran nada. Después de lo ocurrido la noche anterior le iba a resultar muy difícil.
- Será mejor que te vayas. – dijo, a regañadientes.
- Dame una despedida decente. – pidió Kirtash.
Se dieron un beso muy suave. Tenían que mantener sus sentidos alerta.
Kirtash se marchó sigilosamente de la habitación.
Jack decidió cambiarse de ropa, aunque significara renunciar al embriagador aroma del que se había impregnado. Su olor. Y una prueba más en su contra.
Mientras se vestía recibió la primera visita del día.
- ¡Buenos días Jack! – dijo una voz familiar en tono jovial.
- B...Buenos días...Shail
- ¿Qué te pasa? Estás más rojo que un tomate.
- Estoy...un poco acalorado. – se excusó Jack.
¿Cómo iba a decirle a su amigo que le avergonzaba que le hubiera pillado a medio vestir?
- ¿Qué tal está Victoria? – dijo para cambiar de tema mientras se terminaba de vestir lo más rápido que podía.
- Sigue inconsciente, pero está fuera de peligro.
Jack asintió distraídamente. Más que su estado le preocupaba cómo reaccionaria Victoria cuando se despertara. Había perdido a las dos personas que más quería casi al mismo tiempo. Aunque siguieran a su lado las cosas jamás volverían a ser iguales. Quería seguir junto a ella, porque mucho antes que su novio, había sido su mejor amigo y seguiría siéndolo pero nunca más pasaría de ahí. Se sentía responsable de la situación pero ya no podía volver atrás. Quizá fuera demasiado tarde para explicaciones.
Jack estuvo todo el día conociendo a cada habitante de la fortaleza. Era el héroe, la última esperanza de los rebeldes y su presencia levantaba los ánimos de la gente.
Evitaba a toda costa a Zaisei y al padre Ha-Din sin dirigirles más que un débil saludo con la mano desde una cierta distancia. Había cubierto su corazón con un telón de acero cargado de indiferencia y desinterés, protegiendo instintivamente sus nuevas afinidades sentimentales y con ello a su destinatario.
Alexander le puso al tanto de todos los planes y de la batalla cercana para la que se estaban preparando. Hablaba con orgullo de los dragones artificiales de Tanawe y de los magos que conseguían que las armas tradicionales fuesen mucho más letales. Fue un día muy ajetreado.
Kirtash cumplió su promesa ya que Jack no le veía por ningún sitio, lo cual le facilitaba las cosas. Tan sólo sentir su presencia derribaba toda barrera que cerrara su corazón, por no mencionar el hecho de que las miradas que le dirigía estaban cargadas de aquel afecto tan evidente a simple vista, casi siempre acompañadas de una cálida sonrisa.
Aquella noche, cuando por fin le dejaron volver a su habitación tardó un buen rato en dormirse dando vueltas en la cama sin lograr conciliar el sueño. Se había acostumbrado a la fresca presencia del shek a su lado, a sus brazos rodeándole protectoramente, a su pausada respiración. Su propio calor interno le agobiaba. Se abrazó a la almohada en un intento de engañar a sus sentidos y cayó, rendido, en un sueño intranquilo.
Le faltaba la respiración, boqueaba como un pez fuera del agua, cada vez conseguía coger menos aire, la presión en su cuello aumentaba lentamente, ahogándole, estrangulándole con mucha fuerza.
Todavía en sueños se tanteó el cuello con las manos tratando de liberarse de aquella presión que acabaría matándole. Pero no notaba más que su piel tensa por el gran esfuerzo que hacía al intentar respirar, desesperadamente.
Notó una rápida ráfaga de aire helado a escasa distancia de su cuello y la presión cedió. Alguien comenzó a zarandearle con fuerza llamándole por su nombre. Despertó sobresaltado y lo primero que vio fueron unos iris azules que le miraban con preocupación.
- ¿Estás bien? – le preguntó Kirtash con tono impaciente.
- Más o menos. – respondió acariciándose el cuello. Aún notaba una ligera presión al hablar.
Kirtash le retiró la mano observándole con detenimiento. Alargó la mano para desenredar un trozo de cable elástico, tan fino como un cabello, que rodeaba el cuello de Jack y había estado a punto de convertirse en su horca.
Se asomó rápidamente por la ventana más cercana pero al parecer no encontró aquello que esperaba y examinó el cable con detenimiento a la luz de la luna. Le resultaba extrañamente familiar. Pero era imposible. Hacía muchos años que no sabía nada de él.
Su rostro tenía una expresión extraña, mezcla de pánico e incredulidad.
- ¿Qué pasa? – dijo Jack. La expresión del shek estaba empezando a asustarle.
- Has estado a punto de morir estrangulado. – respondió con la voz temblorosa.
- ¿Pero quién...?
Kirtash tenía el puño crispado sobre el cable. Se había quedado lívido.
- Sherim – susurró.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario