Esta historia no tiene título así que pongo el provisional. Es la primera original que hago. Si os gustan los romances de chicos y la época feudal, esta historia es para vosotr@s.
Capítulo 1
Haren se encontraba en las almenas, su refugio favorito, ya que no solía haber nadie salvo en las rondas de guardia. Observaba, perdido en sus pensamientos, los entrenamientos que realizaba su hermano mayor en el patio del castillo bajo la supervisión de su padre, el noble Wilhem, señor de aquellas tierras. Siempre había sido así. Su hermano Jerome era el heredero de la familia al ser el primogénito y su padre se había volcado en su educación olvidando la mayoría del tiempo que tenía otro hijo. Era la costumbre que el mayor heredara todas las tierras, con el fin de no fragmentarlas y tener un feudo grande y rico, mientras que los hijos menores como Haren estaban destinados a ser monjes o, con suerte, caballeros andantes. Debido a esa falta de atención Haren se había criado con su madre, Alea. Había pasado los primeros dieciocho años de su vida entre mujeres por lo que su actual manera de pensar distaba mucho de la de los hombres de su entorno. Tras la muerte de su madre, de la que no hacía un año, se había vuelto taciturno y melancólico. El tiempo de luto obligatorio había pasado pero Haren seguía vistiendo siempre de negro porque, al contrario de los demás, era incapaz de superar su pérdida.
Tan sólo conservaba una de las cintas, de color rojo oscuro, que utilizaba Alea para adornarse el pelo. La usaba para recoger su largo y liso cabello castaño oscuro que casi alcanzaba la media espalda, mientras que unos pocos mechones más cortos caían libres a ambos lados de su rostro agitados por el frío viento de aquella mañana.
- ¡Haren, ¿qué haces ahí parado?! ¡Te vas a resfriar! – gritó Wilhem, para hacerse oír desde aquella distancia.
“Como si te importara” pensó Haren, ignorándole por completo.
- ¡Ven a entrenar un poco con tu hermano, te vendrá bien!
El chico suspiró y, con desgana, sin prisa, comenzó a descender las amplias escaleras y largos corredores que le conducirían al patio de armas. De cuando en cuando se cruzaba con los sirvientes del castillo frente a los cuales solía comportarse con la altanería de un príncipe dado que, a pesar de no haber sido educado para gobernar, sí le habían inculcado, como a todos, una conciencia social que le impulsaba a creerse mejor que ellos únicamente por su posición en la sociedad.
Poco imaginaba en aquellos instantes que aquella percepción, entre muchas otras, iba a acabar desmoronándose ante sus ojos.
Apenas había puesto un pie al otro lado del umbral cuando una espada de madera tosca y bastante pesada aterrizó en sus manos. No necesitaba más aviso que aquel para iniciar el combate. Llevaban a cabo aquel tipo de prácticas muy a menudo con el único fin de mejorar la preparación física de Jerome. Haren era uno de los pocos que podía entablar una lucha con él sin caer en los primeros instantes.
Su hermano mayor luchaba bastante bien, con estocadas precisas repletas de una inmensa fuerza. Una sola era suficiente para derribar a sus oponentes.
Haren había aprendido, con el paso de los años, a esquivarlas, desarrollando una técnica de combate puramente defensiva. Era delgado y poseía una gran agilidad pero no era muy hábil en la técnica de la esgrima. No le hubiera servido de mucho teniendo en cuenta que, a pesar de su rapidez, no encontraba oportunidad de atacar. Fue una larga y agotadora pelea que finalizó, como era costumbre, con la victoria del mayor, tras haber aprovechado un pequeño descuido en la férrea defensa de su hermano, dejándole en el suelo con la inofensiva espada apuntándole al pecho. Ambos jadeaban por el esfuerzo, exhaustos.
- No está mal, pequeñajo. Dijo Jerome sonriendo. – Si te quitaras esas greñas tal vez consiguieras verme venir. Además, – añadió burlón – entre el pelo y la cara te acabarán confundiendo con una chica. Seguro que ya te han salido pretendientes.
No era la primera vez que hacía comentarios similares pero a Haren no le molestaban lo más mínimo. Probablemente otro hombre se hubiera sentido humillado o avergonzado ante esa comparación o ante el hecho de que le atribuyeran pretendientes masculinos. Pero a él simplemente, le resbalaba la imagen que pudiera dar. A su hermano, sin embargo no le faltaba razón, ya que Haren tenía unas facciones suaves que enmarcaban sus enormes ojos negros y profundos como una noche de luna nueva. Al contrario que su hermano mayor, de facciones cuadradas enmarcadas por un cabello castaño muy corto. A sus veinticuatro años resultaba bastante atractivo y su popularidad entre las mujeres así lo demostraba.
Jerome estaba con muy buen ánimo aquel día, con un brillo de júbilo en sus ojos verdes. Aquel día vendría de visita su futura esposa, Sanae. Aquella sería la primera vez que se verían y el chico estaba nervioso e impaciente ante esa expectativa. Igual que un niño a punto de abrir su regalo de cumpleaños. La boda no tendría lugar hasta varios meses más tarde cuando la joven alcanzara la edad casadera. Estaba previsto que ella y su padre alcanzaran las puertas del castillo al ocaso.
A lo largo de aquel día todos los sirvientes del castillo se ocuparon únicamente de preparar la velada que tendría lugar aquella noche, limpiando y ordenando el salón principal y preparando exquisitos manjares con los que impresionar y deleitar a sus huéspedes. Jerome colaboró con los preparativos añadiendo el plato principal de aquel banquete: un ciervo que él mismo había abatido mientras iba de caza en el frondoso bosque que limitaba el feudo.
El bosque era un lugar tan lleno de vegetación que en algunas zonas el paso a caballo resultaba imposible. Pero también por eso era un magnífico coto de caza, lleno de plantas y animales de muchas especies. Aunque también podía ser un lugar apartado y tranquilo en el que desconectar, por unos instantes de la realidad que se extendía fuera de él. Toda la gente del feudo tenía libre acceso a él y a los recursos que ofrecía. Tal era su riqueza, que la noble familia se permitía el lujo de no reclamarlo como un privilegio propio. Sin embargo no eran muchos los que se atrevían a internarse en lo más profundo e inaccesible del bosque.
Con la escasa luz anaranjada del crepúsculo llegó la pequeña comitiva a la cima de la colina donde se alzaba el castillo. Los tres miembros de la familia, que habían salido a recibirles, descubrieron entonces la razón por la que la reunión se había postergado a una hora tan poco usual como aquella. El señor del feudo vecino y su hija aparecieron a caballo escoltados por su guardia personal.
Sanae era una joven de catorce años y mediana estatura, con la piel y el cabello blancos como la nieve y sus ojos, relucientes rubíes centelleando bajo aquella luz, que los hacía casi irreales. Se protegía del frío y de los últimos rayos de sol con una capa de viaje que la cubría hasta los tobillos.
A pesar de su acusada palidez, era una muchacha muy hermosa tal como lo demostraban los ojos de su futuro esposo, abiertos como platos.
Mientras sus respectivos padres se saludaban efusivamente como buenos amigos, los prometidos se estudiaban mutuamente a una cautelosa distancia. Sanae le dirigía fugaces miradas repletas de miedo y curiosidad al mismo tiempo. Parecía obvio que aquella situación la incomodaba, ya que no había pronunciado una palabra, ni siquiera un simple saludo. Jerome continuaba embobado contemplándola. Todos sus intentos por iniciar una conversación se desvanecían antes incluso de salir de sus labios, tenía la mente completamente en blanco.
De casualidad, la vacilante mirada de la joven se topó con dos esferas negras que observaban la escena con cierta indiferencia, desde un rincón apartado del grupo.
El chico le devolvió una mirada opaca y vacía, que la hizo estremecerse de la cabeza a los pies. Desprendía un aura de melancolía capaz de envenenar el corazón de cualquiera que fuera lo suficientemente sensible para percibirla. Aparentaba una serenidad que no sentía, pero que protegía lo que fuera que producía aquellos sentimientos negativos.
Finalmente, Haren le saludó con un leve movimiento de cabeza. Un gesto impersonal de fría cordialidad. Sin mostrar el más mínimo afecto o interés, levantando una barrera emocional entre sí mismo y el exterior. Sin embargo, Sanae no dejó de percibir algo diferente en él, algo que le distinguía de sus semejantes, pero sin acertar a comprender qué era, aquello que le fascinaba, que le impedía apartar la vista de aquellos profundos pozos llenos de oscuridad.
Al cabo de un rato, el pequeño grupo entró en el castillo.
Cenaron todos en torno a la mesa central, ya cubierta de los sabrosos manjares preparados con esmero para la ocasión. A la suave luz de los candiles dieron buena cuenta de lo que, como orgullosamente proclamaba, Jerome había conseguido cazar.
Buscaba causar una buena primera impresión a su futuro suegro demostrando su habilidad en aquellas actividades que tan importantes eran para la mayoría de los hombres como prueba de su masculinidad.
Y, en efecto, el comentario no se hizo esperar.
- Vaya, ahora sé que a mi hija no le faltará buena comida. Y espero que tampoco buena compañía.
Sanae enrojeció al instante haciendo que sus mejillas contrastaran con su pálido rostro.
Todos los demás rieron con ganas salvo Haren que torció el gesto en una mueca de desagrado. Había escuchado suficientes conversaciones femeninas como para intuir que la chica no iba a poder elegir libremente si deseaba “compañía”.
La joven debía pensar algo semejante puesto que se había quedado muda, con la preocupación pintada en sus ojos. Sin embargo, la reacción de Haren, sentado frente a ella, no le había pasado desapercibida. De nuevo percibió en él algo distinto. No parecía compartir las mismas opiniones que sus semejantes. O puede que, simplemente, lo considerara una broma de mal gusto.
Haren nunca se molestaba en ocultar sus opiniones, no se avergonzaba de la educación que había recibido, mayormente impartida por mujeres. Le convertía en alguien fuera de lo común, una pieza sin lugar en el puzzle de la sociedad concediéndole todo el aislamiento que pudiera desear Especialmente desde que creía haberse quedado completamente sólo en el mundo. No le gustaba demasiado la gente como la que solía haber en su entorno, nobles de mentes cerradas, obsesionados con las opiniones de los demás.
Al poco rato, cansado de escuchar por enésima vez las mismas conversaciones, el menor se retiró a su habitación despidiéndose de sus huéspedes con un murmullo apenas audible. Le dirigió una última mirada a Sanae, dándose cuenta entonces de que llevaba observándole un buen rato.
La joven se sonrojó de nuevo apartando al fin la vista y murmurando a su vez una despedida. El chico se marchó, un tanto confundido por la reacción de la chica. Juraría haber visto un rastro de decepción en sus ojos.
miércoles, 5 de septiembre de 2007
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3 comentarios:
SIN PALABRAS...
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... es maravilloso ahora entiendo que te resistieses a dejarmelo leer.
Se nota muchísimo tu mejora a la hora escribir, es increíble, cada vez lo haces mejor y espero que esa mejora no tenga límite alguno.
Me ha encantado y solamente es el primer capítulo, realmente estoy impaciente de que pongas el siguiente.
Me da la impresión de que me va a gustar más esta historia por ser tuya propia sin base alguna en un libro que la de Jack-Kirtash.
Menuda descripción la de la chica, me gusta, tiene mucho más encanto.
Me da miedo lo que la puedas o vayas a hacer en un futuro (próximo)
Ponme siempre al tanto de las actualizaciones.
Tu evolución es realmente positiva!!!
Ha hablado tu sensei, megami y fan nº1!!
Actualiza pronto.
OMG!!����
ES GENIAL!! Tú último fic estaba de maravilla pero se nota un montón como has mejorado, el detalle de todos los personages, como has hecho que simpatice con ellos a pesar de ser solo el primer capítulo... Es que es increíble en serio, y aunque llego un poco tarde te acabas de ganar aquí en cuerpo y alma a una fan, super fan 100% real, no fake, vivan los unicornios y olé tú por escribir esta pasada de fic����.
Y no me quiero enrrollar más porque quiero... No espera, NECESITO ponerme a leer el próximo capítulo YA.
Sigue así!! De verdad eres increíble y estaré esperando a futuras actualizaciones.����
También quería decir que es maravilloso que es fic sea tan largo pero se me olvidó, sin más.
Jijijiji, mi cabeza de chorlito.
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